TEMA 2
LA
LITERATURA ESPAÑOLA DE LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX: EL ROMANTICISMO.
MARCO HISTÓRICO Y
CULTURAL
La primera parte del siglo XIX estuvo marcada por las
guerras civiles y los pronunciamientos militares como formas de lucha política:
entre liberales y absolutistas en las primeras décadas y entre moderados y
progresistas en las siguientes. En medio de constantes cambios políticos, el
establecimiento del sistema capitalista y el Estado liberal impulsaron el auge
de la burguesía.
A diferencia de otros países europeos, el proceso de
transformación en España fue complejo e insuficiente, por la pervivencia de
relaciones con la sociedad estamental y la alianza de la burguesía con la alta
nobleza latifundista; la desamortización enriqueció a las clases pudientes y
empeoró las condiciones de los campesinos pobres.
El desarrollo de la prensa y la industria editorial tuvo
un papel destacado en la cultura de la época: dio cauce a las ideas y
controversias políticas en el periodismo de opinión, propició la difusión de
teorías y obras literarias.
La vida cultural y social se desarrolló en otros ámbitos
como gabinetes de lectura, tertulias en domicilios privados o en cafés,
casinos, ateneos y liceos. El teatro y los conciertos fueron los
entretenimientos preferidos de la burguesía y la aristocracia, además de los
toros, una de las diversiones más populares.
CRONOLOGÍA 1800-1863
1808-1814. Guerra de la
Independencia. En 1812, las Cortes de Cádiz proclaman la Constitución. En 1814
se produce un Golpe de Estado a favor de Fernando VII. Se inicia un periodo de
sublevaciones militares.
1820-1823. Trienio
Constitucional.
1823-1833. Década absolutista
de Fernando VII. Época de militarismo, represión, terror y censura (exilio de
intelectuales).
1833. Muerte de Fernando VII.
Regencia de María Cristina, madre de Isabel II.
1833-1840. Primera Guerra
Carlista. Etapa de pronunciamientos de progresistas y moderados. Consolidación
del liberalismo.
1840. Abdicación de María
Cristina. La reina abandona España.
1841. Regencia de Espartero.
1843. Mayoría de edad de
Isabel II. Vuelven los moderados al poder.
1847. Inicio de la Segunda
Guerra Carlista. El conflicto se extiende hasta 1860.
1860-1863. Gobierno del
General O’Donnell.
EL MOVIMIENTO ROMÁNTICO
Se trata de un movimiento
cultural y artístico que triunfa durante la primera mitad del siglo XIX. Nació
en Inglaterra y Alemania donde escritores como Goethe (autor del célebre Werther)
lograron entusiasmar a multitud de lectores en toda Europa.
Supuso un cambio radical en la concepción del mundo y de la vida a
raíz de la mentalidad liberal de la época, y constituyó una reacción contra el
racionalismo y la estética reglamentada de los neoclásicos (S. XVIII): frente a
la razón proclama la exaltación del sentimiento y del individualismo.
Esta transformación no se produjo de una manera brusca,
sino a través de un proceso evolutivo que ya se empezó a manifestar a finales
del XVIII con los elementos afectivos y sentimentales que el Prerromanticismo
va introduciendo en la literatura neoclásica, hasta que, con el tiempo comienza
a propugnarse una creación literaria al margen de las reglas clásicas que revaloriza
la expresión artística de sentimientos y vivencias.
Simplificando, se puede entender el Romanticismo como una
reacción contra los presupuestos decimonónicos del Neoclasicismo:
NEOCLASICISMO (S. XVIII)
|
ROMANTICISMO (S. XIX)
|
RACIONALISMO
|
IDEALISMO
|
RAZÓN
|
SENTIMIENTO Y
EMOCIÓN
|
SOCIEDAD
|
INDIVIDUO
|
ABSOLUTISMO
|
LIBERALISMO
|
CONVENCIONES SOCIALES
|
LIBERTAD DE
CONDUCTA
|
NORMAS CLÁSICAS
|
LIBERTAD
ARTÍSTICA
|
CARACTERÍSTICAS DEL
ROMANTICISMO
·
Irracionalismo: Se niega que la razón pueda explicar por completo la realidad,
lo que explica la preferencia de los románticos por lo sobrenatural, lo mágico
y lo misterioso (el mundo es un misterio, algo oculto a la razón).
·
Subjetivismo: Frente
a la razón, el sentimiento y la emoción se alzan como fuerzas creadoras. De ahí
la importancia de las emociones, sueños o fantasías que permiten bucear en el
inconsciente.
·
Individualismo idealista: el
ser romántico tiene conciencia de ser distinto a los demás seres y afirma
constantemente su “yo” frente a lo que le rodea, exaltando su sensibilidad y sus
emociones, pero también su infelicidad, ya que su idealismo choca con la
realidad (pues ésta no es como la había soñado el poeta).
·
Insatisfacción: El
idealismo hace que el romántico sea por naturaleza alguien insatisfecho e
inseguro. Esto da lugar a la desazón vital romántica, que es al mismo tiempo el
motor de la creación.
·
Desengaño: El
choque entre el “yo” romántico y la realidad prosaica que no satisface sus anhelos
produce en el artista romántico un hondo desengaño que lo conduce a un violento
enfrentamiento con el mundo y a rebelarse contra todas las normas sociales,
políticas o religiosas (sobre todo en el primer Romanticismo).
·
Evasión: El romántico no
está de acuerdo con el mundo que lo rodea, lo que le conduce a la evasión, bien
al sueño, bien a la huida espacial o temporal. La evasión en el espacio conduce
al exotismo, al gusto por las costumbres y países desconocidos (Oriente). La
evasión en el tiempo lleva a la valoración de la Edad Media, época denigrada
por el racionalismo del XVIII. La Edad Media atrae al romántico por sus
leyendas y tradiciones, por tipos humanos como el caballero, el cruzado, etc.
·
Naturaleza dinámica: El
romántico representa la naturaleza haciendo que se identifique con sus estados
de ánimo, y así, puede ser una naturaleza turbulenta, melancólica o tétrica, como
una proyección de sus sentimientos. Así, a su angustia y obsesión por la muerte
responde el gusto por la noche o los paisajes sepulcrales. De igual modo, la
soledad del romántico encuentra marco adecuado en yermos desolados, paisajes
recónditos o jardines abandonados. Y abundan también las escenas nocturnas,
cementerios, sepulcros…
TEMÁTICA ROMÁNTICA
Las características apuntadas anteriormente se exponen en
una serie de temas constantes:
· El amor: tema que
se presenta en una doble vertiente. Por un lado, es un sentimiento idealizado
que lleva a equiparar a la amada con Dios (idealizada); por
otro, es una fuerza apasionada y arrebatadora que domina y destruye al ser
humano sometiéndolo a un destino trágico.
· La naturaleza: El
paisaje romántico es una proyección de los sentimientos del romántico, por
ello, prefiere ambientes libres, agrestes y lúgubres que estén en consonancia
con su mundo interior (ruinas de castillos medievales, bosques tenebrosos,
mares embravecidos, cementerios, noches tormentosas…).
· La evasión en
el espacio lleva a países exóticos orientales y nórdicos; la evasión en el tiempo
le conduce a la época medieval.
· La muerte: El
héroe no teme morir por conseguir hacer realidad sus deseos y ambiciones
(libertad, amor…). Este poco aprecio a la vida se manifiesta también en la aparición
de suicidios.
· La libertad: El
afán de vivir sin normas que condicionen la conducta del individuo ocasiona la
aparición de historias protagonizadas por personajes que viven al margen de la
ley y de la sociedad (mendigos, bandoleros, piratas, verdugos, reos…).
Representan la libertad anhelada por los escritores románticos y están dotados
de una fuerte personalidad.
· La fantasía:
Aparecen en las obras muchos elementos fantásticos y sobrenaturales, en ocasiones
relacionados con el sueño y con el subconsciente, difícilmente explicables a través
de la razón.
· El costumbrismo: Hay
una clara preferencia por los temas legendarios e históricos de cada país. El
Romanticismo es la época en que surgen los nacionalismos.
PENETRACIÓN Y
DESARROLLO DEL ROMANTICISMO EN ESPAÑA
En España, dadas las circunstancias políticas del país,
el Romanticismo propiamente dicho tuvo escasa duración, llegando a su máximo
apogeo en torno a 1835, después del reinado absolutista de Fernando VII,
durante el cual los intelectuales liberales se habían exiliado (Espronceda, el
Duque de Rivas, Martínez de la Rosa). Tras
la muerte del monarca regresaron a España imbuidos de las nuevas ideas europeas
(liberalismo). Durante los primeros decenios del siglo perviven las formas
neoclásicas junto a ciertas manifestaciones prerrománticas.
Se suele considerar que el movimiento romántico penetra
en España por tres vías:
· La
polémica entre Nicolás Bohl de Faber y José Joaquín de Mora a partir de 1818 en
“El Mercurio Gaditano”, en donde Faber defendía la libertad del escritor en el
tratamiento del asunto (por ejemplo, que el dramaturgo no tuviera que someterse
a la regla de las tres unidades: acción, espacio, tiempo)
· Algunos
románticos catalanes combaten el Neoclasicismo en la revista “El Europeo”, segundo
foco de difusión del Romanticismo.
· Finalizado
el Trienio Liberal, centenares de intelectuales se autoexilian para no caer en manos
de los absolutistas fernandinos. La mayor parte de ellos encuentra acogida en Inglaterra
y así entran en contacto con las nuevas corrientes culturales. Tras la amnistía
de 1833, los escritores exiliados regresan a España y, con ellos, penetran las ideas
románticas.
El Romanticismo español fue, por tanto, un movimiento
literario tardío retrasado respecto al de otros países de Europa. Su época de
apogeo y triunfo fue breve, de 1834
(fecha de estreno de La conjuración de
Venecia de Martínez de la Rosa) a 1844 (Don
Juan Tenorio de Zorrilla).
LOS DOS ROMANTICISMOS
Se suelen distinguir dos tendencias contrapuestas dentro
del movimiento romántico. Aunque a los autores románticos les une el rechazo de
su mundo, las reacciones ante el mismo pueden ser dos bien distintas: la
nostalgia por los antiguos valores tradicionales, o la rebelión no sólo frente
a su mundo, sino también frente al antiguo. La primera postura es la de los
escritores que, como Zorrilla, pertenecen al Romanticismo
tradicional y conservador. La segunda es
la que aquellos que emprenden, como Larra, una tarea de crítica social en sus
obras, y se enmarcan en el Romanticismo
liberal.
EL TEATRO ROMÁNTICO
Características:
· Temas
dramáticos, con final trágico, sobre todo se trata el amor enfrentado a las convenciones
sociales, por diferencias de clase o de dinero entre los dos enamorados (Los amantes de Teruel, El trovador).
· Rechazo
de las reglas neoclásicas de tiempo, lugar y acción.
· Mezcla
de lo cómico y lo trágico, del verso y la prosa.
· Dramas
de cinco actos en lugar de tres, como en el Neoclasicismo.
· Aspira
a conmover, y no a adoctrinar. Teatralidad gesticulante, interpretaciones exageradas.
· Protagonista
marcado por un destino extraño, singular y misterioso, que hace alardes de gallardía
y de cinismo.
· Abundancia
de escenas nocturnas y sepulcrales, desafíos y suicidios.
Este nuevo teatro recobra su antiguo poder de
convocatoria y alcanza grandes éxitos. Antonio García Gutiérrez fue el primer
autor que, en el estreno, tuvo que salir a saludar al escenario. Los
dramaturgos románticos españoles más destacados son:
· El
duque de Rivas: Don Álvaro o la fuerza
del sino (1835)
· José
Zorrilla: Don Juan Tenorio (1844)
El tema del Don Juan arranca de la figura recreada por
Tirso de Molina en El burlador de Sevilla en el siglo XVII. Es la obra
dramática más popular de España y todavía se representa cada año el Día de los
Difuntos.
LA PROSA ROMÁNTICA
Presenta dos manifestaciones
fundamentales:
· Novela
histórica: Ivanhoe de Walter Scott (el auge de este género se explica por el afán
evasionista romántico y la admiración por tiempos pasados, sobre todo, por la
época medieval).
· Prosa
didáctica: Artículos de Mariano José de Larra.
à Mariano José de Larra (1809-1837)
Prototipo del hombre romántico por su independencia, su
liberalismo militante, su vida amorosa atormentada y su final trágico. Los
desengaños ante la situación del país y sus problemas personales (su amante,
una mujer casada, le abandonó) le llevaron a suicidarse con tan solo veintiocho
años (se pegó un tiro en la sien delante del espejo).
Escribió poemas, algunas obras dramáticas y una novela histórica,
pero es conocido sobre todo por los más de doscientos artículos periodísticos
que escribió (literarios, políticos y costumbristas) y que publicaba bajo
seudónimo (Fígaro, El pobrecito hablador)
en los periódicos de la época: El Duende
Satírico del Día, El Observador, Revista Española… Los más conocidos son los
artículos de costumbres, en los que critica, a veces con un tono serio y otras
con cierto humorismo, los defectos y vicios de los españoles de la época.
Se le considera el creador del periodismo moderno y fue
además el primer español que vivió exclusivamente de su labor como escritor.
LA LÍRICA ROMÁNTICA
Hasta 1837, año de la
revelación pública de Zorrilla, la poesía era un género dominado por el
Neoclasicismo. Como en los demás géneros, el triunfo de la poesía romántica se
produce en los años treinta, tras la muerte de Fernando VII, y perdurará más
allá de mediados de siglo cuando aparecen dos de los mejores poetas románticos:
Rosalía de Castro y G. A. Bécquer. Esta poesía va a servir para denunciar los
defectos de la sociedad y poner de relieve la angustia y la frustración del
romántico: los poetas dan
salida a su frenesí vitalista
y a sus frustraciones, cantan esperanzas y desengaños amorosos, proclaman su
dolor de vivir y exhiben su melancolía o su hastío.
Los temas de la lírica recogen los rasgos característicos
del Romanticismo:
· El
amor entendido como pasión arrebatada que conduce
al goce o a la desesperación por no lograr el objeto amado o por su pérdida. En
relación con esto se encuentra el tópico de la mujer que provoca frustración.
· La
angustia del hombre perdido en el universo. Los
poetas han tratado los problemas del significado de la vida y aparece el tópico
cristiano de la vida como valle de lágrimas, pero en este momento no se cree en
la promesa de la salvación posterior.
· Las
reivindicaciones sociales se manifiestan
con la revalorización de los tipos marginados de la sociedad, a quienes se
presenta como modelo de libertad individual (el mendigo, el pirata, el reo…)
· Desarrollo
de lo escenográfico (la naturaleza romántica). Aparecen
ambientes exóticos, medievales y pintorescos, lugares comunes como el castillo,
símbolo de épocas pasadas más felices y en donde las pasiones eran más libres
porque no las obstaculizaba la sociedad; también aparecen lugares apartados: el
mar embravecido, símbolo del desastre de la vida que arrastra al hombre; la
tormenta o el mar como espacios libres, sin fronteras ni leyes para quienes se
consideran apátridas (Canción del pirata
de Espronceda)
Dentro de la poesía romántica tiene un especial
desarrollo la poesía narrativa que relata en verso diversos sucesos históricos,
legendarios o inventados, que combinan la descripción, el diálogo y momentos de
carácter lírico con la narración propiamente dicha.
En lo formal, se advierte el desprecio por la creación
meditada y se endiosa la “inspiración” y la espontaneidad. El léxico traduce
los nuevos sentimientos de melancolía, nostalgia y desesperación. En la
versificación, los románticos realizaron una notable ampliación de formas que
permite hablar de polimetría.
LA LÍRICA
POSROMÁNTICA
En la segunda mitad del siglo XIX y, a pesar de que ya se
había fraguado un nuevo movimiento literario, el Realismo, dos poetas
románticos (Bécquer y Rosalía de Castro) continúan con su producción al margen
de las nuevas tendencias. No obstante, presentan algunas diferencias con sus
predecesores, lo que ha llevado a hablar de Posromanticismo, Romanticismo tardío
o intimista.
Estos poetas, frente a la forma de vida burguesa que
prevalece en la segunda mitad de la centuria, eligen un tipo de vida más
irregular y marginal, aferrándose a la aventura, la soledad, el desarraigo, el
alcohol o las drogas, pero no en busca de paraísos artificiales, como los
primeros románticos, sino por el rechazo a la sociedad a la que pertenecen y a
la misma existencia. Entre estos artistas impera un sentimiento de
autodestrucción revelador de su propia infelicidad y de su consideración sobre
la felicidad de los demás como algo vulgar
o trivial.
Diferencias
entre la poesía romántica y posromántica
POESÍA
ROMÁNTICA
|
POESÍA
POSROMÁNTICA
|
Primera mitad del siglo XIX
|
Segunda mitad del siglo XIX
|
Lenguaje sonoro y
altisonante
|
Lenguaje depurado y
profundo
|
Poesía externa (narrativa)
|
Poesía intimista (intensidad
lírica)
|
Poesía superficial
|
Poesía honda
|
Tendencia a la rima
consonante, a los metros largos y a las
estrofas cultas.
|
Tendencia a la rima
asonante, a metros y estrofas populares
|
Zorrilla y Espronceda
|
Bécquer y Rosalía de Castro
|
LA LITERATURA
ESPAÑOLA DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX
EL REALISMO
A mediados del siglo XIX (antes en algunos países como
Francia, más tarde en otros como España), predominan ya los principios
estéticos del Realismo. Se conoce con este nombre al movimiento cultural
característico de una sociedad burguesa a la que no le agradaban las fantasías
idealistas románticas. La influencia de las ideas filosóficas y científicas de
la época (positivismo, evolucionismo, marxismo) se pone de manifiesto en las
características generales de la literatura realista:
· Observación
y descripción precisa de la realidad. Los
escritores eliminan de sus obras cualquier aspecto subjetivo, sucesos
fantásticos y todo sentimiento que se aleje de la realidad: "La novela es
la imagen de la vida" (Galdós), "una copia artística de la
realidad" (Clarín).
· Ubicación
próxima de los hechos. Frente a la
evasión espacio-temporal del Romanticismo, los autores realistas escriben sobre
lo que ya conocen, con lo que sitúan sus obras en el presente y en lugares
próximos.
· Frecuente
propósito de crítica social y política. La
intencionalidad sociopolítica varía según la ideología de cada escritor: ante
las lacras sociales del momento, los conservadores postulan un retorno a los
valores tradicionales, mientras que los progresistas creen que es precisamente
la pervivencia de esos valores la que lastra el avance hacia el mundo nuevo.
· Estilo
sencillo y sobrio. Los realistas
rechazan la pomposa retórica romántica y su ideal de estilo es la claridad y la
exactitud.
· Predilección
por la novela. La novela alcanza
en esta época un auge inusitado, pues según los realistas es el género más
adecuado para reflejar la realidad en su totalidad
(“Una novela es un espejo que
se pasea por un camino real”, Stendhal). Los rasgos típicos de la novela
realista son:
- Verosimilitud.
Tanto los personajes como los ambientes son
creíbles. Han desaparecido los sucesos inverosímiles y los hechos maravillosos.
- Protagonistas
individuales o colectivos. En el primer
caso, se hace hincapié en el análisis psicológico del protagonista (novela
psicológica); en el segundo, en la descripción
de ambientes y comportamientos de distintos grupos sociales (novela de
ambientación social).
- Narrador
omnisciente. El narrador maneja por
completo los hilos del relato: sabe lo que va a suceder, conoce hasta los más
ocultos pensamientos de los personajes, interviene en la obra con juicios
personales y observaciones dirigidas al lector.
- Didactismo.
Es frecuente que los novelistas realistas
pretendan dar una lección moral o social con sus obras, y que por ello
subordinen todos sus elementos (personajes, argumento, ambiente) a la defensa
de una idea (novelas de tesis).
- Estructura
lineal. Los hechos transcurren por lo general de
forma lineal en el tiempo.
- Descripciones
minuciosas. Las descripciones, tanto de
ambientes como de personajes, son extremadamente detalladas y extensas, por la
obsesión por el dato exacto típica de los realistas.
- Aproximación
del lenguaje al uso coloquial. Los
autores se esfuerzan por adecuar el lenguaje a la naturaleza de los personajes,
que hablan con arreglo a su posición social o a su origen. El lenguaje
coloquial adquiere gran importancia ya que sitúa a los personajes en su
ambiente real.
EL NATURALISMO
Se conoce como Naturalismo una corriente literaria que se
desarrolló durante el último tercio del siglo XIX, fundamentalmente en Francia,
y que tuvo como principal impulsor a Émile Zola. Los naturalistas consideran
que la literatura debe analizar científicamente el comportamiento humano
siguiendo los principios de la observación y de la experimentación. Para ello,
parten de la idea de que el hombre se encuentra determinado biológica y
socialmente (determinismo), es decir, que está condicionado por su herencia
genética y por el ambiente social en que se mueve. Esto explica la propensión
de estos autores por ambientes miserables y sórdidos, y por personajes tarados,
embrutecidos, alcohólicos o víctimas de diversas patologías, ya que tales casos
les permiten demostrar la influencia determinante de la biología y la herencia social.
El objetivo es proporcionar un conocimiento más exacto de los seres humanos y
de la sociedad con el fin de mejorarlos (las novelas tienen, pues, cierta
intención social).
Técnicamente, en las novelas naturalistas se extreman los
rasgos del realismo: descripciones minuciosas, reproducción fiel del lenguaje
hablado… En cuanto al punto de vista narrativo, se propugna el ideal del
narrador impersonal y objetivo.
Algunos de los escritores de renombre mundial que
destacan en la época realista son los siguientes: Flaubert, Baudelaire, Zola,
Mallarmé, Verlaine, Maupassant o Rimbaud en Francia; Dostoyevski, Tolstoi y
Chejov en Rusia; Dickens y Stevenson en Inglaterra; Oscar Wilde y Yeats en
Irlanda; Melville, Twain, Whitman y Henry James en Norteamérica; Nietzsche en
Alemania; Kierkegaard en Dinamarca; Ibsen en Noruega; etc.
El Realismo y
Naturalismo en España
Como ocurre con el Romanticismo, el triunfo de la
estética realista en España es también tardío. Alcanza su máximo esplendor
después de la revolución del 68, aunque sin llegar al punto de rigurosidad de
los cánones establecidos por Balzac. Del mismo modo, en algunas novelas españolas
también existen claras influencias naturalistas (por ejemplo, en las de Emilia
Pardo Bazán y de Blasco Ibáñez, en La desheredada de Galdós o en La Regenta de
Clarín), pero sin los fundamentos científicos y experimentales que Zola quiso
imprimir en sus obras: el Naturalismo español aprovecha del movimiento
naturalista ciertos recursos narrativos y su interés por los ambientes míseros
y degradados, pero no acepta la idea de convertir la literatura en una ciencia.
De modo muy sintético, podemos decir que los principales
escritores españoles de la época fueron:
· Los
regionalistas, como Pereda o Juan Valera.
· Benito
Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria,
1843). Por su calidad literaria y su laborioso trabajo, es el autor más
importante de su tiempo. Entre sus obras destacan los Episodios Nacionales (que pretenden reconstruir en forma novelada
la historia española del siglo XIX) y novelas como Fortunata y Jacinta, por citar un título. Sus novelas, ambientadas
en su mayoría en Madrid, son una completa visión de conjunto de la sociedad española
de la época, de todas las esferas sociales y de múltiples tipos humanos.
· Leopoldo
Alas, Clarín (Zamora, 1852, aunque siempre
se sintió asturiano). Muy conocido también por sus artículos periodísticos, por
sus cuentos y por su labor como crítico literario, la novela que le consagró
fue La Regenta (1885), que narra las
vicisitudes de una mujer burguesa profundamente insatisfecha (Ana Ozores). Sin
embargo, la auténtica protagonista de la novela es la sociedad provinciana en
su conjunto: así, en Vetusta (nombre literario de Oviedo), se ven representadas
todas las mezquindades, frustraciones y pequeñeces de la sociedad española de
la época. Clero, nobles, burgueses desfilan por las páginas dando muestra de su
frivolidad, hipocresía, orgullo, mezquindad y miseria moral.
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