jueves, 30 de enero de 2014

GELMAN, PACHECO, GRANDE: POETAS


El mes de enero está siendo duro con la poesía. Como cantaron Bertold Brecht y Germán Coppini, desaparecido él mismo la pasada navidad, son "malos tiempos para la lírica": Juan Gelman murió el 14 de enero en su casa de México, José Emilio Pacheco, vecino del mismo barrio que Gelman y, como él, Premio Cervantes, lo hizo el día 27, y hoy nos deja Félix Grande. El compromiso, la humildad y la sensibilidad pueden ser tres palabras, una para cada uno, que definan sus cualidades más humanas y, al mismo tiempo, poéticas. Y quizá son también intercambiables, aplicables a los tres.

Dejamos aquí algunos enlaces para acercarnos a las noticias en torno a la desaparición de tres grandes de la poesía, además de algunas fotos y un poema de Félix Grande:

Juan Gelman en la prensa de su país, Argentina
José Emilio Pacheco en El Diario.es
José Emilio Pacheco en la prensa mexicana
Noticias sobre Félix Grande

El poder de la palabra, web para encontrar sus poemas

Juan Gelman con su nieta Macarena

Juan Gelman con Elena Poniatowska
Félix Grande con su esposa, la poeta Paca Aguirre
José Emilio Pacheco y Juan Gelman

José Emilio Pacheco


El Poema de Félix Grande:

Donde fuiste feliz alguna vez 


Donde fuiste feliz alguna vez

no debieras volver jamás: el tiempo

habrá hecho sus destrozos, levantando

su muro fronterizo

contra el que la ilusión chocará estupefacta.

El tiempo habrá labrado,

paciente, tu fracaso

mientras faltabas, mientras ibas

ingenuamente por el mundo

conservando como recuerdo

lo que era destrucción subterránea, ruina. 

Si la felicidad te la dio una mujer

ahora habrá envejecido u olvidado

y sólo sentirás asombro

−el anticipo de las maldiciones.

Si una taberna fue, habrá cambiado

de dueño o de clientes

y tu rincón se habrá ocupado

con intrusos fantasmagóricos

que con su ajenidad te empujan a la calle, al vacío.

Si fue un barrio, hallarás

entre los cambios del urbano progreso

tu cadáver diseminado.

No debieras volver jamás a nada, a nadie,

pues toda historia interrumpida

tan sólo sobrevive

para vengarse en la ilusión, clavarle

su cuchillo desesperado,

morir asesinado.

Mas sabes que la dicha es como un criminal

que seduce a su víctima,

que la reclama con atroz dulzura

mientras esconde la mano homicida.

Sabes que volverás, que te hallas condenado

a regresar, humilde, donde fuiste feliz.

Sabes que volverás

porque la dicha consistió en marcharte

con la nostalgia, convertirte

la vida en cicatriz;

y si has de ser leal, girarás errabundo

alrededor del desastre entrañable

como girase un perro ante la tumba

de su dueño... su dueño... su dueño...

 Félix Grande (Música amenazada, 1966)

3 comentarios:

Blanca dijo...

Eres un pozo de sabiduría, Seve. Gracias.
Bonito y melancólico poema, aunque hay un lugar que nunca decepciona: los viejos amigos a los que vuelves a ver después de años, y retomas la conversación como si os hubieseis visto ayer.

Severina dijo...

Gracias, Blanca, por tus comentarios, tan amables siempre. Pero tengo que llevarte un poco la contraria: no hay ninguna sabiduría en buscar unas páginas y remitir a ellas a los lectores que pasáis por aquí. El poema tengo que agradecérselo a mi compañera Noelia, que me lo dio a conocer no hace mucho. Me gustó y me hizo recordar, no sé muy bien por qué, a Kavafis. Ahora lo tengo entre mis preferidos y, efectivamente, estoy de acuerdo contigo: los viejos amigos son siempre un lugar seguro donde volver.¿De verdad va a hacer dieciocho años que eres un puerto seguro para mí?

Blanca dijo...

Jajaja, pues sí, me temo que sí, como me decía ayer Jaime, el tiempo vuela...