El 19 de noviembre pasado, la escritora mexicana fue galardonada con el Premio Cervantes. Pasó tanto tiempo que ya no es noticia, pero sigue siendo motivo de alegría. Por la calidad y variedad de su obra como escritora y como periodista, por su condición de mujer en un premio en el que predominan los varones (Dulce María Loynaz, María Zambrano, Ana María Matute y Poniatowska, de un total de 39 premiados) y, sobre todo, por su calidad como ser humano comprometido con su tiempo, como lo demostró en su relato de la represión de la Plaza de las Tres Culturas de México y como lo demuestra en el día a día.
Los datos de la concesión del premio los podemos rastrear en hemerotecas, o por ejemplo en el diario El País a través del enlace Elena Poniatowska, Premio Cervantes
En la Biblioteca de nuestro instituto celebramos la concesión del premio y publicamos estos textos de ella o sobre ella:
"Yo creo
que escribo porque es mi manera de estar sobre la tierra, de
justificar mi presencia", ha señalado.
Poniatowska confiesa que
siempre ha sido "una mujer insegura" y "escribir también era una
forma de participación" en los asuntos públicos de su país.
De México y también de
España le preocupa por encima de otras cosas el destino de los jóvenes sin
trabajo y sin oportunidades claras de abrirse camino.
Es una convencida de que
la política debe mejorar sobre todo la educación de la gente. "Nosotros tenemos
que enfocar todas nuestras baterías hacia la educación, hacia las escuelas,
hacia eso", ha aseverado.
La cuarta mujer ganadora
del Premio Cervantes ha compaginado su actividad como
periodista -empezó
a trabajar en el diario Excélsior de México en 1953- con
la de escritora -publicó
su primer libro, Lilus Kikus, en 1954-.
Como reportera destacan sus crónicas de la matanza estudiantil del 2 de octubre
de 1968, el terremoto de Ciudad de México de 1985 o del conflicto armado de
Chiapas en 1994, y como escritora ha abordado casi todos los géneros, desde la
novela al cuento, pasando por la poesía y el ensayo.
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