jueves, 21 de marzo de 2013

VISITAMOS A LA REGENTA



No llores, Ana, intentaremos volver a verte el próximo curso. Fue un placer pasar la tarde contigo y recorrer las calles de Vetusta buscando tu huella.
 Es cierto que la ciudad va cambiando: de la iglesia de San Pedro solo quedan unas piedras, la tienda de objetos religiosos de doña Paula ha cerrado, el viejo teatro de Vetusta se ha visto suplantado por el Teatro Nuevo, dedicado al poeta Campoamor, como defendía Clarín. Ya no hay bailes de carnaval en ese casino al que miras con melancolía y Álvaro de Mesía sigue huido, en Madrid tal vez, indigno del amor que sentiste por él. De don Fermín de Pas y su ambición mejor no hablar. NInguno te merece, ninguno supo estar a la altura de las circunstancias, ninguno tuvo agallas para enfrentarse a la Vetusta hipócrita y vengativa, a la Vetusta  resentida incapaz de soportar que pusieras en evidencia a los mediocres, a los vanidosos, a la Vetusta que envidiosa de tu virtud celebró tu caída y te expulsó de su seno.







No te vayas, no los temas, no les des el gusto de expulsarte; quédate en Vetusta para siempre y camina por la Encimada con la cabeza bien alta, orgullosa de elegir tus aciertos y tus errores y de vivirlos con intensidad.  Recuérdales con tu presencia serena que sus valores morales no son ni morales ni valores. Sigue siendo el espejo que les devuelva su mediocridad. Que tu silencio sea el mudo reproche  a su forma de vida. 

Quédate en Vetusta para nosotros: volveremos una y otra vez.



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